miércoles, 26 de agosto de 2009

El extraño caso del Dr. Saltamontes y Mr. Langosta

Los acrídidos (Acrididae) son una gran familia de insectos ortópteros (en torno a 10000 especies) de tamaño medio a grande caracterizados por sus antenas relativamente cortas con menos de 30 segmentos, y por tener los tímpanos al lado del primer segmento abdominal. Son típicos de hábitats abiertos pero por lo que son especialmente conocidos es, al igual que el resto de familias del suborden Caelífera, por su propensión a dar grandes saltos, para lo cual tienen los fémures especialmente desarrollados.
Al igual que muchos insectos, los saltamontes de esta familia poseen dos pares de alas (aunque hay excepciones y algunas especies son incapaces de volar) pero generalmente no vuelan mucho.
Sin embargo lo más interesante de esta familia es que, en muchas especies, cuando se juntan grandes grupos de individuos de la misma especie y se liberan las feromonas apropiadas, ocurre un hecho que casi podríamos calificar de asombroso: los individuos cambia súbitamente de comportamiento y en todos los especímenes se empieza a desarrollar una conducta migratoria acompañada de una serie de cambios fisiológicos (que incluye un crecimiento mayor de las alas). Es un poco como la historia de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde pero en versión animal. Se deja ya de hablar de saltamontes y se los empieza a llamar langostas (de todas formas esta terminología es un poco confusa).
La verdad es que para mí es algo completamente asombroso. Una misma especie puede, y de hecho lo hace, tener 2 o más formas diferentes o fases, conectadas por estados de transición intermedios, y ambas fases pueden ser inducidas artificialmente en un laboratorio.
En la fase solitaria los insectos se comportan como pacíficos saltamontes, no se reúnen en enjambres ni realizan migraciones en masa, se dedican a saltar por el campo, a comer...
Pero llega un día, y bajo ciertos factores ambientales, que aún no se conocen por completo, esos individuos solitarios se empiezan a agregar y a raíz de ahí su comportamiento cambia. Este proceso de "gregarización" -que puede tardar en completarse varias generaciones- tiende a darse en áreas más o menos localizadas desde donde los enjambres de la fase migratoria se expansionan y entran en un período de frenética actividad, invadiendo grandes superficies y reproduciéndose en ellas. Allá por donde van arrasan con todo el alimento que encuentran a su paso, aunque eventualmente también originan poblaciones de la fase solitaria a medida que la plaga de langosta decrece.
Lo más asombroso es que las 2 fases no sólo difieren en cuanto a comportamiento, sino también (al menos algunas especies) en color, proporciones corporales, fecundidad y otros aspectos fisiológicos.

Un ejemplo en una langosta del desierto, foto de la wiki

Individuos que se hacen gregarios, cambian de color y comportamiento y arrasan por allá por donde pasan... mmmm.... una vez más, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia :-D

Reproducción
Por lo general, los insectos de esta familia producen solo una generación nueva por año. Es interesante pararse un poco en la reproducción porque algunas especies tienen cortejos sumamente elaborados.
El apareamiento en si mismo puede durar más de 1 hora y el macho puede permanecer luego sobre la hembra durante el período de 1 día o más. Este comportamiento se conoce como "mate guarding" (algo así como custodia de la pareja, son algo celosillos estos bichos) y se da justamente para evitar que venga otro macho y le arruine su labor.
Las hembras depositan los huevos en el suelo o entre las raíces de las plantas. Las puestas consisten en 10-60 huevos, y las hembras pueden realizar más de 25 puestas en las semanas que siguen al apareamiento (echad cuentas). Cuando eclosionan los huevos, las ninfas tienen el aspecto de insectos adultos en miniatura. Mudan la cutícula entre 5 y 15 veces antes de alcanzar la madurez y son incapaces de volar hasta que se convierten en adultos.
Esta que os presento a continuación es una ninfa de la conocida como Langosta egipcia (Anacridium aegyptium), aquí la veis verde pero de mayor cambiará de color y será gris, marrón o como mucho verde oliva.


Este saltamontes en concreto es muy común en todas las regiones meridionales europeas, y en las regiones africanas situadas al norte del desierto del Sahara. Los adultos alcanzan los siete centímetros de longitud corporal (las hembras, los machos la mitad), por lo que son una de las especies de saltamontes de mayor tamaño en nuestras latitudes (y además estos si son buenos voladore).


Se pueden reconocer, además de por el robusto aspecto de su cabeza y protórax, por tener, en todas las fases de su desarrollo, los ojos rayados verticalmente (anda que si no los iba yo distinguir... ja).

Salto y vuelo
Otra de las características más destacadas que merece la pena tratar más en detalle. Para saltar estos animalitos disponen sus largas y delgadas tibias de sus patas posteriores muy pegadas al cuerpo, cerca del centro de gravedad. Los grandes músculos del fémur están conectados con la cabeza de la tibia y son mil veces más potentes que un peso igual de músculo humano. Cuando esos músculos se contraen, la pata se endereza lanzando al insecto al aire.
Con el fin de conseguir la mayor altura posible, cuando despega la langosta pone su cuerpo en posición aerodinámica, con las alas cerradas, y las patas tiesas y plegadas por debajo del cuerpo.

Una vez que la langosta haya saltado lo más alto posible, abre sus dos pares de alas todo lo que puede, mantiene las patas totalmente tensas, las alas posteriores inclinadas hacia arriba, y las anteriores curvadas para captar la mayor cantidad posible de aire y comenzar a batirlas rápidamente. Así se propulsa con creciente velocidad, de hasta 20 golpes de ala por s, alcanzando una velocidad de casi 4 km/h (depende también de la velocidad del viento)
De este modo pueden llegar a recorrer más de 100 km por día.
Algunos individuos pueden cerrar sus alas a medio vuelo y dejarse caer a plomo con el objeto de escapar de sus enemigos.

En algunos lugares saltamontes y langostas se consumen como alimento. En Marruecos eran (o son, no sé si los sigue habiendo) típicos los puestos callejeros de saltamontes salados al modo de patatas fritas. También se consumían en platos más elaborados sazonados con canea y pimienta.
En México y otros países de América Central también se consumen multitud de géneros de esta familia. Allí se los conoce como chapulines y existen infinidad de recetas, algunas que datan ya de la época prehispánica. Seguro que los lectores del blog que sois de esas tierras conocéis unas cuantas.

2 comentarios:

Perséfone dijo...

Impresionante.

No he podido evitar acordarme de los pokemon a medida que iba leyendo sobre la transformación colectiva de estos "bichejos".

Parece mentira que se escondan tantas sorpresas detrás de un ser tan pequeñito.

Interesantísima la información, de verdad.

Un saludo.

la granota dijo...

Guau! No lo sabía. Yo creía que eran dos bichos distintos. Qué cosas!