domingo, 14 de octubre de 2007

El otoño

Una de las cosas que más me gusta del otoño es esa especie de estructuras extrañas, de colores y formas sorprendentes, que brotan como por arte de magia. Me estoy refiriendo a las setas, el cuerpo fructífero de muchas especies de hongos.
Los hongos siempre me parecieron unos organismos extraños, como salidos de una peli de ciencia ficción. Durante mucho tiempo sus pecularidades fueron ignoradas considerándose simplemente como un tipo de planta pero al fin se ganaron su derecho a tener un reino propio dentro del árbol de la vida.
Aquí os dejo una foto de un ejemplar que encontré el sábado mientras entrenaba por el monte.
Se trata de una (Macro)Lepiota procera, conocida también entre otros nombres como apagador o galamperna.


Es muy apreciada como comestible y fácilmente identificable. Posee un sombrero de 10 a 30 cm de diámetro, de color blanquecino con manchas pardas y concéntricas, que no son sino desgarraduras de la cutícula, típicas del género Lepiota en sentido amplio. En el centro del sombrero, la mancha marrón se hace más marcada y extensa.
El pie es largo y fibroso, con un típico dibujo pardo con bandas jaspeadas.
Una peculiaridad es que presenta un anillo que se despega del pie, por lo que puede subir y bajar sin desprenderse (anillo móvil), Esta característica permite diferenciar este género del Amanita por ejemplo que también tiene anillo pero no es móvil.
En el género Lepiota hay que distinguir entre las que presentan setas de mayor tamaño, denominadas como Macrolepiota, que superan los 10 cm de talla frente a las especies pequeñas, varias de las cuales son muy venenosas y que alcanzan tallas de unos 6 cm con diámetros del sombrero pequeños. Por este motivo se recomienda no recoger para el consumo apagadores de menos de 10 cm.

3 comentarios:

la granota dijo...

Desde este mundo subtropical donde apenas se puede decir que hay dos estaciones... se echan de menos las otras dos.

Furacán dijo...

Yo pensaba que ahí era siempre verano :-))

la granota dijo...

Primavera más bien. Hay una estación un poco más cálida y otra más fresca. Todo el año hay flores, no hace demasiado frio ni demasiado calor... pero yo echo de menos ver el paso de las estaciones. Cuando voy a la península en otoño o en invierno, flipo.